Idiomas en la frontera: lucha entre civilización y barbarie

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Para cruzar la Cordillera de Los Andes, Cynthia Rimsky prefirió viajar treinta y seis horas en bus en vez de dos en avión. Era el viaje en que dejaba atrás Chile y se radicaba definitivamente en Argentina. “La frontera no sólo desplaza la identidad del inmigrante, sino la del escritor”, bien lo sabe esta periodista y escritora chilena quien en este ensayo poético en Afpunmapu/Fronteras/Borderlands. Poética de los confines: Chile-México (2015) rememora el viaje en que trasladó sus últimas pertenencias y reflexiona en torno a la frontera y la lengua-balbuceo.

Mientras el bus zigzaguea a marcha lenta por las curvas que conducen al paso fronterizo Los Libertadores, Rimsky menciona tres personajes literarios—Ebelot, Verniory y Makina— y se pregunta cómo cruzaron la frontera y qué recorrido debieron hacer. Así, indaga en las obras de Juan José Saer en El río sin orillas (1991), de Leonardo Sanhueza en Colonos (2011) y de Yuri Herrera en Señales que precederán al fin del mundo (2009).

El ingeniero francés Alfred Ebelot, en El Río sin orillas, llega a Argentina para hacerse cargo de la construcción de una frontera entre civilización y barbarie en plena Pampa. “En esa época”, cuenta Rimsky, “bárbaro designaba a los que no sabían hablar, por supuesto español, y más bien balbucean, ba-ba-ba”. El fracaso de la frontera —nada menos que una zanja de 400 kilómetros de longitud—enfrenta a Ebelot a la imposibilidad de nombrar las cosas que veía del otro lado.

Otro ingeniero, esta vez belga, llamado Gustav Verniory emigra a las tierras del sur de Chile tras la crisis en Europa. El personaje de Colonos no construirá una zanja como Ebelot, sino que establecerá la lengua del progreso con un ferrocarril que “permitirá al Estado hacerse de la Frontera y derrotar el balbuceo”. Pero Verniory, al poco andar, descubre que esas tierras ya tiene un dueño, los mapuches, quienes pelearán por recuperarla. “_¿Qué estamos haciendo aquí?_”, dice Gustav, cuestionando el propósito del progreso, atrapado en una frontera que se asemeja a un pozo sin fondo.

Como un escritor atareado en varias voces, Makina, la joven protagonista de Señales que precederán al fin del mundo, trabaja en una olvidada central telefónica contestando en las más  diversas lenguas. La muchacha cruzará de forma ilegal la frontera México-Estados Unidos para llevar un encargo a su hermano y de paso traficar un paquete de un capo de su pueblo. Pasando al otro lado, Makina hará lo único que se le permiten hacer a una mujer de la frontera; maquilar. Maquilar la lengua “en vez de separar la lengua del balbuceo, integra el balbuceo; hace del balbuceo, lengua”.

Cynthia Rimsky entre pasajeros argentinos, bolivianos y chilenos que rellenan los papeles en la Aduana, se fija en el cartel que anuncia los objetos que no se pueden pasar a la Argentina. Escrito en negrita: “la tierra tiene prohibición absoluta de ingreso”. La escritora se preguntará “¿cómo nosotros, latinoamericanos, acostumbrados a traficar y a maquilar, hacemos pasar la tierra ya no prometida, sino prohibida?”.

Texto reseñado: “La vida no es un paseo por el campo” de Cynthia Rimsky Mitnik 

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